Resumen:
Conocí a Manuel Serrano a finales del año 88, después de una exposición colectiva que organizó Sigifredo Camacho en su galería “La Romana”. Me habían hablado mucho sobre él y me intrigaba conocerlo. Me habían dado la idea de un hombre huraño y un artista solitario, sin amigos; pero no era así en la realidad. Después que lo conocí, iba a visitarlo los sábados por las tardes. Fui testigo in situ de muchas de sus creaciones y proyectos.