Resumen:
Existe un placer particular al contactarse con el material, la textura de la pintura, la intensidad del color, su olor que invade el espacio, la sensación suave de untar una capa con una espátula o abstraerse mirando cómo se extiende una pincelada sobre la superficie dejando zonas más cargadas o más transparentes. Empastar capas de pintura para que luego se fundan con otro tono, creando un tercero, un cuarto o una veladura misteriosa. Pintar es un juego de placer que solo quienes lo han vivido pueden comprenderlo. Para Oswaldo Mora significaba una magia en la cual podía permanecer inmerso durante horas. Su proceso creativo no era algo que surgía entre las paredes de su taller.